jueves, 9 de agosto de 2007

el siglo de oro

A finales del siglo XVIII la expresión «Siglo de Oro», con la que Lope de Vega aludía al suyo y que suscitaba la admiración de Don Quijote en su famoso discurso sobre la Edad de Oro, ya se había popularizado y en el siglo XIX la terminó de consagrar el hispanista norteamericano Jorge Ticknor en su Historia de la literatura española, aludiendo al famoso mito de la Teogonía de Escindo en que hubo una serie de edades de hombres de distintos metales cada vez más degradados.
Fue un periodo de gran florecimiento político y económico en España, que alcanzó un gran renombre y prestigio internacional; durante esta época todo lo «nuevo» en Europa venía de España y era imitado con gusto y aplicación; se puso de moda saber la lengua española. Se desarrollan en especial la
literatura, las artes plásticas y la música. En el terreno de las humanidades la erudición fue extensa y en el terreno científico hubo avances importantes en Lingüística (Francisco Sánchez de las Brozas y su Minerva), Geografía, Cartografía, Antropología y Ciencias naturales (Botánica, Mineralogía etc.), como consecuencia del descubrimiento de América. Hubo también figuras eminentes en Matemáticas (Sebastián Izquierdo, Juan Caramel, Pedro Núñez, Homérico, Pedro Ciruelo, Juan de Rojas y Sarmiento, Rodrigo Zamorano), Física, Medicina, Farmacología (Andrés Laguna), Psicología (Juan Luis Vives, Juan Huirte de San Juan) y Filosofía (Francisco Suárez). Igualmente se desarrollaron, a causa del gran impacto que tuvieron los descubrimientos de nuevos pueblos, el derecho natural y el derecho de gentes, con figuras como Bartolomé de las Casas, influyente precursor de los derechos humanos y defensor del iusnaturalismo en su De regia protéstate, o Francisco de Vitoria.
El Siglo de Oro abarca dos periodos estéticos, que corresponden al
Renacimiento del siglo XVI (reinados de Fernando el Católico, Carlos I y Felipe II), y al Barroco del siglo XVII (reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II). El eje de estas dos épocas o fases puede ponerse en el Concilio de Trento y la reacción contrarreformita.

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